sábado, 23 de diciembre de 2017

Paper for a faster level design

This is a simple process that requires some learning, but may result in much faster level deployment:

1st: Using Entidad 3d, we design and test playability of the levels and overall design. It's quick to design and to preview, without too much hassle of details.
1.5: Create a common materials library for both entidad 3d and Blender

2nd: Exporting to 3ds and importing into blender, overriding materials from Entidad 3d with the blender ones, it's important to note that they must be the same texture and proportion.

3: Fix the double vertex issue using the following script:
import bpy
import bmesh

context = bpy.context

distance = 0.0 # remove doubles tolerance.
if True: #def execute(self, context):

    meshes = [o.data for o in context.selected_objects
                      if o.type == 'MESH']

    bm = bmesh.new()

    for m in meshes:
        bm.from_mesh(m)
        bmesh.ops.remove_doubles(bm, verts=bm.verts, dist=distance)
        bm.to_mesh(m)
        m.update()
        bm.clear()

    bm.free() 

4: Add physics and ornate objects

miércoles, 16 de agosto de 2017

Forward into...

Te encuentras varado en tu isla de inseguridades, naúfrago de un futuro incierto. Sabes bien que de algún modo saldrás, pero a la vez sientes cómo te sofocas en angustia. No hay nada que se pueda hacer para remediarlo.

Sabes que todo a lo que estás acostumbrado ha cambiado y que tienes que abstenerte al futuro que se viene, pero aún así te aferras al antes, a la costumbre y a todo lo que te gusta.
No hay remedio.

Sólo el tiempo puede hacer que lo que hoy haces como parte de aquello por lo que luchas a acostumbrarte se convierta en una nueva costumbre, un nuevo hábito; y sin embargo, el sindróme de abstinencia a las costumbres te ataca con su hoja de imponente filo y tú no sabes qué hacer. Si simpemente tratar de conservar la calma y seguir adelante o tomar las viejas costumbres e intentar imponerlas en tu nuevo mundo.

Aún así, sabes que no estás solo del todo, y eso está bien, porque sabes que estarás bien.

jueves, 27 de julio de 2017

De aquellas sombras

En ocasiones, cuando me privo de la luz que hace posible la mirada, suelo ver las cosas más nítidas del mundo, con mis ojos bien abiertos veo caleidoscopios de rostros carcajeándose y burlándose, espirales de cristales azules que parecieran querer acariciar mi piel con delicadas caricias; pero de un momento a otro se transforman en negras y rojas púas cuyo afán es rasgar mi piel.

Es entonces cuando veo los acertijos que las calles suelen susurrar, encrucijados laberintos de luces que piensan que voy a huir. Las palabras que se forman en las gotas que caen del cabello de alguna persona que ha estado corriendo en la lluvia, cuyo cuerpo se conforma únicamente de los peatones que siguen todos un mismo camino; parado únicamente con un pie en la acera de concreto caliente, que deja en vapor a la gota que intenta apaciguarle.

Sigo el vapor con la mirada que no ve nada y contemplo las mil y un sonrisas sin ojos que aparecen y desaparecen ante mí, un auténtico desfile de perlas blancas burlonas, que de momento dejan la escena para darle paso a un sin fin de ojos que clavan su mirada en mis entrañas, queriendo descifrarme, cada uno por su propia cuenta y con sus propios métodos, pero todos al mismo tiempo; me juzgan, me leen línea por línea, releyendo entre líneas para ver si encuentran algo que les diga que encontrarán lo que buscan.

Es entonces cuando veo las luces de neón que alumbraban mi camino volverse frías esferas rojas de piedra, cuyo brillo inexplicable me produce mareos. Sólo en ese momento logro comprender que los ojos siguen ahí con todo y sus sonrisas, se mofan de mí y de lo que han hallado.

Callo. No hay más opción. No puedes razón con las criaturas que viven en la penumbra absoluta.

Entre las risas inaudibles y las paredes de tiniebla, logro ver los agujeros en el techo, las luces que se cuelan en la delgada capa que separa el exilio de mi sentido de la extraña realidad, empiezan dos, pero a cada momento proliferan como si alguien hubiese aventado estrellas a mis ojos. Pero lo compruebo, sólo están en mis ojos.

martes, 28 de marzo de 2017

El hielo

Aún lo recuerdo. Me encontraba sentado en el viejo sillón de cuero que tanto me había resistido a tirar desde hace años.
Mis manos temblaban levemente, el frío de la habitación era petrificante. Sólo esperaba que el Dr. D. prendiera la calefacción.

Estaba absorto en mis pensamientos, con una pizarra al frente; las ecuaciones sin solución daban vueltas a mi cabeza, llevándome a diferentes callejones sin salida, cada vez más lejos los unos de los otros.
No podía concebir la idea de tener un sólo error de cálculos. No existía margen de error.
De modo que continué analizando la pizarra, mientras los callejones sin salida parecían aumentar, simplemente cada salida parecía sólo el principio de otro muro, de otra imposibilidad teórica.

El Dr. E. seguía de pie frente a la ventana, intentando encontrar algo en la fría superficie de la pizarra que nos indicase que estuviéramos cerca de la respuesta.

Las luces comenzaron a fallar de la nada. La energía se iba y regresaba, como si hubiera decidido balancearse en un columpio y darnos luz sólo al estar al frente.
No había razón, no. No había razón para perder la razón.
El Dr. E. seguía parado, frente a la ventana, parado.
Tenía entre las manos la respuesta, la respuesta que resbalaba, que se negaba a ser la respuesta.
Y yo, yo tenía un bloque en las manos, un bloque, de mis manos caía.
Tenía, el bloque, el suelo.
Y el suelo lo deshacía, que se rompiera, decidía.
El Dr., D., volvía. La calefacción venía.
No había, de cualquier modo, algo de frío ya en el cuarto, de modo, que el cuarto sólo estaba a un cuarto, de la caldera estaba el cuarto.
De aquellos días, el frío no tenía. Sólo recuerdos, del día quedaban.

La respuesta. La respuesta había llegado. Por la puerta había entrado, saludo cordial concedido por tan extraño visitante, de una respuesta, cual número, cual ecuación se decía.

Era el número, la ecuación o la constante, la buscada quién encontraba, a tres personas, de ciencia, de personas de ciencia hablaba.

En horror, la respuesta en la pizarra se convertía.
De la pizarra, el número escapaba.
El número, de nuestras mentes salía.
Ya fuera número, ya fuera constante; no estaba.



El fuego cercano, de tal sorpresa se extinguía.
En hielo, la pizarra se volvía.
Y del hielo, el bloque de colores surgía.
De los colores surgía la respuesta.
La respuesta a la que eramos ciegos.

En vidrio se tornaba la carne, en hielo se tornaba el vidrio.
En los huesos se clavaba el frío, dejando astillas de la carne.
De numerosos horrores jamás vistos y por ver, este era el peor.
En la caldera, Dr. E. buscaba, de carbón el sustituto.
De carbón la madera, un abrigo o un reporte han de servir.
De abrigo el calor ha de servir.

Y entre los lamentos, caía a pedazos D.
Los pedazos de D, en bloque se convertían.
En un bloque rojo, rojo de hielo se volvían.
Entre los bloques, el hielo se convertía en lamentos.

Dr. E. de la muerte conocía, al menos cien caras
Dr. D. de la muerte conocía, al menos mil caras.
Y yo, de la muerte conocía, al menos una.
Cara que a mi iris entraba, se plantaba en el reflejo
del reflejo, del reflejo del hielo colgando de mí.

El hielo colgaba ya, de todos salvo de E. Y E. no podía
no podía, de su abrigo salir.

En mis venas, al fin, el hielo entraba.
Se convertía en sangre y la sangre en él.
Tenía un sabor amargo en mis venas.
Y en mi corazón, el frío no entraba.
de mi corazón, el hielo huía.
De mis ojos, la luz huía.
Y de mi mente, la respuesta era prisionera.
Con mi hielo, en el piso escribía
aquello que fuera número, fuera constante o fuera ecuación;
fuera mi misma vida en morse.

Y el latir de mi corazón se pausaba, con trozos, del hielo que era mi sangre.
De mi sangre el hielo ya no estaba hecho.
Ahora mi sangre era el hielo y el hielo era todo a nuestro alrededor.

Y a lo lejos veía a Dr. E. con hielo entre sus manos
mientras la luz de mí y el fuego del caldero, huían.


domingo, 23 de octubre de 2016

Sommer ist neben und gerade kommen.

Haven't thought about life for a while, even less about mine.
Did I see through it?
Was I too worried about the future that I left the present into the tide, so I can never recover it?
Did I thought about the consecuences of staying out of my own life? Not getting anything beacuse I don't really need to, and I can only do what I need to.
Am I condeemed to stay looking for someone different each time? Can't I just take someone who has already been in my life without worrying about the things I did or I didn't do. Just trying to forget the things that made me leave.

The confusion, the parts being disperssed into a sea of thoughts.
Who is the really one I want? I don't know, I don't even want to know.
I wonder if after all this time, things can still change. But, well, even if things change, there's nothing much to keep after I go.

Is this whole thing of going to another country just a call to my self to get mature?
Maybe. Maybe I pulled myself into this so I can cut my self off from the comfort circle. A whole new process.

It's time to begin a new life, isn't it?
I've got to make sacrifices, but they will worth it.

jueves, 2 de junio de 2016

Los hombres grises.

Ellos nos miran.
Están en todos lados.
¿Qué es lo que quieren?
Rondan por las calles con sus trajes, sus portafolios y sus cigarrillos. Nunca te miran a los ojos. Sólo te dejan ver tu propio reflejo en sus gafas oscuras.
Después se desvanecen en el aire, como si jamás hubiesen estado ahí.

Los he visto más de una vez, pero jamás me he acercado a uno.
No les tengo miedo, de hecho me he aventurado a seguirlos, pero todos se alejan de mí, como si fuera yo el que les diera miedo.

Lleva sucediendome ya más de un año y empieza a crispar mis nervios, cada vez que veo uno de esos hombres grises puedo sentir como si hubiera cien más observandome. No obstante, sé que por más que los extraños individuos me rodeen, no se atreverán a acercarse, a pesar de que aún no comprendo el por qué.

lunes, 7 de marzo de 2016

Miradas (Lo que pasa cuando sucede)


Podía sentir su lento respirar mover el aire alrededor mío, podía sentir el peso de su mirada en mí; siempre aplastante pero cálida.


En esos momentos podía sentir como me engullía el sonido de sus palabras, mientras el resto del mundo se deshacía a los costados y se reconstruía bajo nosotros. Las sensaciones más extrañas e indescriptibles se apoderaban de la situación.

Vehemente se levantaban las esperanzas que hace tanto se habían hecho polvo.
Ya no habían más límites, se había consumado el acto que tanto se había esperado; el cruce de las miradas jamás había sido tan perfecto.

Sin embargo la melodía se caía a pedazos mientras avanzaba la sinfonía; las palabras tenían un sentido distópico que perturbaba la realidad. Realidad que ya no se podía llamar real.

Sólo ilusiones y delirios, malentendidos enredados que daban pie a infortunadas confusiones. Todo lo que se divisaba a lo lejos era sólo la imagen de los miles de recuerdos pasando uno a uno frente a mí. Sonrisas que dejaban de tener sentido, imágenes mentales que se tornaban en contra mía sólo para recordarme lo que se había acabado, todas burlándose abiertamente de mí y de mi desgracia; incluso mi desgracia se burlaba de mí.

Podía sentir de un momento a otro como las olas de incertidumbre que me arrastraban a la orilla de la soledad cambiaban rumbo hacia los peñascos escabrosos de la locura. La marea se convertía en un torbellino que daba vueltas, amenazando en arrojarme a cualquier lado, no podía hacer más. Estaba a la deriva, sin remos ni vela.

Y sucedió. Caí en la suave arena. Pero no la tragué como la última vez.
La abracé con toda mi alma y la aprecié por existir, para dar reposo más que para dar exilio.